En cuanto a los hornos, lo importante es aprovechar los conocimientos de la tradición y aprender de los errores.
Los que enseñaron a Antonio Naharro la solución de la mufla en el horno árabe fueron los alfareros de La Rambla (Córdoba), utilizando una camiseta para aislar las paredes para dejar pasar el calor, pero impedir que pasen las impurezas del humo. Existía el inconveniente de que se gastaba mucha leña, además del tiempo que llevaba cocer las piezas unas veinticuatro o veintiséis horas. Antiguamente las serrerías de Nájera y de Ezcaray le guardaban las cortezas y virutas para su combustión. Se utilizaban ladrillos refractarios que estaban machihembrados, los cuales se trajeron desde Sevilla recuperados de una chimenea de una fábrica de loza que se derribó.
Última Noticia julio 2015 · exposición
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